El Poder
que tenemos en
nuestro interior está
dispuesto a darnos instantáneamente nuestros más
acariciados sueños y enorme abundancia. El problema está en que no estamos
abiertos a recibirlo. Cuando deseamos algo, nuestro Poder Superior no dice «Lo
pensaré»; responde rápidamente y lo envía, pero tenemos que estar preparados
para recibirlo. Si no lo estamos, se devuelve al almacén de los deseos no
cumplidos.
Cuando
empleamos la palabra «prosperidad» mucha gente piensa inmediatamente en el
dinero. No obstante, esta
palabra da cabida a muchas cosas;
por ejemplo: tiempo, amor,
éxito, comodidad, belleza,
conocimiento, relaciones, salud
y, ciertamente, dinero.
Si te
sientes presionado porque no tienes suficiente tiempo para hacer todo lo que deseas, entonces
es que te falta tiempo.
Si piensas que el éxito está
fuera de tu alcance, entonces no lo vas a tener. Si
piensas que la vida es ardua y penosa, entonces siempre te sentirás cansado y
amargado. Si piensas que no sabes mucho y que eres demasiado tonto para
entender las cosas, jamás te sentirás conectado con la sabiduría del Universo.
Si piensas que te falta amor y que tienes malas relaciones, entonces te será
muy difícil atraer el amor a tu vida.
Solemos
pensar: «Ah, yo quiero tener esto, aquello y lo de más allá». Sin embargo, la abundancia
y la prosperidad dependen de lo que te
permitas aceptar. Cuando
no «recibes» lo que deseas, eso quiere decir que en algún rincón de ti no te permites aceptarlo.
Asumir la
responsabilidad de crearnos las propias experiencias no es una idea que estemos
dispuestos a aceptar siempre, tal vez sólo algunas veces. Es mucho más fácil echar
la culpa a algo que está fuera de nosotros, pero comprendamos que no puede haber crecimiento espiritual mientras
no reconozcamos que fuera de nosotros
hay poca cosa de valor, que todo viene de adentro.
Si en tu
vida hay muchas pérdidas o muchas cosas que van mal, podrías examinar de
qué formas robas tú.
Algunas personas que jamás
soñarían siquiera con robar cosas,
se sienten con todo el derecho de robar tiempo o autoestima a otras personas.
Cada vez que
hacemos sentir culpable a alguien le
estamos robando su sentido de valía personal. Para ser verdaderamente honrados
en todos los aspectos, necesitamos examinarnos profundamente con el fin de
llegar a conocernos a nosotros mismos.
Las
creencias negativas no son la realidad de nuestro ser. Somos seres magníficos y
nos merecemos lo mejor. Hay en abundancia en nuestro planeta.
Nuestro bien siempre nos llega
por razón de la conciencia. El trabajo que hacemos en la conciencia es siempre
el de refinar
lo que decimos,
pensamos y hacemos.
Cuando comprendemos
claramente que nuestros
pensamientos crean nuestra
realidad, entonces usamos nuestra realidad como un mecanismo de
respuesta que nos diga cuál es el próximo cambio que necesitamos hacer. Ser absolutamente honrado, hasta el último alfiler,
es una elección
que hacemos por
amor a nosotros
mismos. La honestidad nos
sirve para que nuestra vida transcurra con
mayor facilidad y sin baches.
Todas las
relaciones son importantes porque reflejan lo que pensamos de nosotros mismos.
Si te pasas la vida castigándote porque piensas que todo lo que va mal es por culpa
tuya, o que siempre eres una víctima, entonces vas a atraer el tipo de
relaciones que te refuercen esa creencia.
Con mucha
frecuencia uno se
niega lo bueno
porque cree que
no puede alcanzarlo. Del mismo
modo, si crees que un
Poder Superior te ha
rodeado de personas verdaderamente amorosas, o que toda la gente que
conoces sólo aporta bien a tu vida, entonces ésas serán las personas que en
último término atraerás hacia ti.
Pero
volvamos con el dinero…
El miedo
con respecto al
tema del dinero
nos viene de
nuestra temprana programación
durante la infancia.
Los padres
de muchos de nosotros crecieron durante la época de la Depresión, o han
sobrevivido a guerras y hambrunas, por lo cual hemos heredado creencias como
«Podríamos morir de hambre», «Tal vez nunca encontremos trabajo», «Podríamos
perder la casa, el coche...», o lo que sea.
Muy
pocos niños dicen: «No,
eso son tonterías».
Los niños generalmente
lo aceptan y dicen: «Sí, tienes razón».
Haz una
lista de las creencias de tus padres respecto al dinero. Pregúntate si aún eliges
creerlas. Necesitarás superar las limitaciones y los temores de tus padres
porque tu vida ahora no es la misma. Deja de repetirte esas creencias. Empieza
a cambiar las imágenes en tu mente. Cuando se te presente una oportunidad, no
repitas tu historial de carencia. Comienza a proclamar el nuevo mensaje para
hoy. Ahora puedes afirmar que es bueno ser rico y que emplearás sabiamente tu
dinero.
También es
normal y natural que en ciertas épocas tengamos más dinero que otras personas. Si
logramos confiar en que nuestro
Poder interior siempre
cuidará de nosotros pase lo que
pase, seremos capaces de pasar con facilidad por los tiempos de escasez,
sabedores de que tendremos más en el futuro.
El dinero no
es la respuesta, algunas personas tienen más dinero del que jamás van a
necesitar, y sin embargo no logran ser felices.
Muchas
personas se sienten culpables por no poder recompensar en la debida forma a los
amigos que les demuestran su cariño y les hicieron regalos cuando no le iban
las cosas demasiado bien. Hay veces en que el Universo nos da
de una u
otra forma lo que
necesitamos y es posible que
no podamos devolvérselo.
Sea cual sea
la forma que el Universo haya elegido para responder a tu necesidad, agradéceselo.
Ciertamente habrá momentos en que puedas ayudar a otras personas.
Puede que no
sea con dinero sino con tu tiempo, tu comprensión o tu compasión. A veces
no comprendemos muy bien que estas cosas pueden
ser mis valiosas que el dinero.
Muchas veces
creemos que debemos intercambiar prosperidad. Nos sentimos en la obligación de
corresponder. Si alguien nos invita a
comer, inmediatamente tenemos que invitarle a comer; o alguien nos hace un
regalo y en seguida compramos algo para regalárselo.
Aprende a
recibir dando las gracias. Aprende a aceptar, porque el Universo nota nuestra
apertura y nuestra disposición para recibir no como un simple intercambio de prosperidad.
Muchos de nuestros problemas tienen su raíz en nuestra incapacidad para recibir.
Podemos dar pero nos cuesta mucho recibir.
Cuando
alguien te haga un regalo, sonríe y dale las gracias. Si le dices: «Ah, no es mi
talla» o «No es mi color preferido», te aseguro que esa persona jamás volverá a
hacerte otro regalo. Acéptalo de buena gana, y si realmente no te va bien,
regálaselo a otra persona a la que le sirva.
Necesitamos
ser agradecidos con lo que tenemos para así poder atraer más bienes. Si nos
centramos en la carencia, entonces atraeremos
más carencia. Si estamos en deuda,
necesitamos perdonamos, no regañarnos.
Tú también
eres gente, eres
alguien, y te mereces
la prosperidad. Tu conciencia es
la mejor cuenta bancaria que puedes
tener. Cuando deposites en ella pensamientos
valiosos, cosecharás enormes dividendos.
Fragmentos del libro: El Poder está dentro de Ti - Louise Hay