Ante todo conviene definir que entendemos por calidad de
vida. Pese a que algunos la definen en base a cuestiones materiales (dinero en
el banco, buena obra social, geriátrico prepago…), verdadera calidad de vida es
otra cosa, basada fundamentalmente en cuatro aspectos:
- Buen nivel de natural energía física y mental
- Buen manejo del estrés
- Retardo del proceso de envejecimiento
- Ausencia de enfermedades
Es obvio que muy pocos logran cumplir con estos parámetros y
eso nos debería llevar a cuestionarnos ciertas cosas:
¿Por qué no estamos plenos?
¿Por qué vivimos menos y peor?
¿Por qué envejecemos más rápido?
¿Por qué los niños tienen problemas de viejos?
¿Por qué nos falta energía?
¿Por qué creemos que la mediocridad es normal?
¿Por qué pensamos que la plenitud es solo para elegidos?
¿Por qué no confiamos en nuestra capacidad de sanarnos?
¿Por qué cuidamos mejor el auto que el cuerpo?
¿Por qué convivimos con enfermedades crónicas?
¿Por qué creemos que todo es culpa de genes, virus o estrés?
¿QUÉ ES LA ENFERMEDAD?
Lo que habitualmente llamamos enfermedad, es solo un síntoma
del estado de desorden al cual hemos llevado a nuestro organismo. En sí mismo,
el cuerpo humano tiene gran cantidad de maravillosos mecanismos para resolver
problemas a los que puede verse sometido: excesos, carencias, toxicidad, etc.
Pero nuestro moderno estilo de vida se las ha ingeniado para colapsar esa
increíble armonía, malogrando la natural capacidad de adaptación a los inconvenientes.
Asumir esta realidad, representa el cincuenta por ciento de
la solución de nuestros actuales problemas de salud. Y ese es el objetivo: que
el lector comprenda cómo él mismo ha generado tal situación de desorden y -por
sobre todo- cómo él mismo puede remediar tal problema, en la medida que retorne
a los hábitos saludables que nunca debió abandonar.
En esto no hay misterios, y tampoco soluciones mágicas. Los
errores se generan principalmente por desinformación. En la medida que sepamos
como opera la inmensa inteligencia corporal y comprendamos sus mecanismos,
veremos que es muy sencillo jugar a favor (y no en contra) de nuestra propia
naturaleza humana. Entenderemos que no habrá medicamento alguno que pueda
remediar los problemas, mientras no dejemos de boicotear nuestro organismo con
hábitos que van en contra de las leyes naturales que lo crearon.
Inicialmente debemos comprender como funciona el mecanismo
de la intoxicación cotidiana y el ensuciamiento corporal. Si diariamente
incorporamos más tóxicos de los que podemos evacuar, no necesitamos ser
científicos para entender que la acumulación de toxinas acabará por generar un
colapso tóxico. Esa es la génesis profunda de la mal llamada enfermedad: desde
un eccema hasta un cáncer, todo responde al mismo mecanismo de generación. Solo
difiere el grado de toxemia y el órgano mediante el cual, nuestro organismo
expresa su claudicación.
Para el correcto funcionamiento corporal es importantísimo
el rol que cumple la correcta nutrición, pero de poco servirá una alimentación
de alta calidad en un contexto de ensuciamiento corporal crónico. El mejor de
los nutrientes puede ser mal aprovechado, como consecuencia de estar atrofiados
los mecanismos de la química corporal, a causa del colapso tóxico.
Una persona que decida recuperar por sí misma su natural
estado de salud y equilibrio, debe abordar irremediablemente el trabajo
depurativo como prioridad absoluta. Es evidente que si no comenzamos por
“destapar” nuestros filtros orgánicos y moderar el nivel de toxemia, todo lo
que hagamos en procura de la salud, perderá efectividad. Viceversa, cualquier
práctica terapéutica se beneficiará de la tarea depurativa y de una nutrición
no ensuciante.
Ejercer nuestro natural derecho a un óptimo estado de salud,
se parece mucho a una mesa asentada en tres patas: todas deben estar fuertes y
en equilibrio. Por ello, la tarea de limpieza orgánica se potenciará
enormemente con un contemporáneo freno al ingreso de nuevas toxinas y aporte de
los nutrientes esenciales que faltan. Trabajar separadamente cada aspecto,
conspira contra una rápida recuperación de la salud y el equilibrio.
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