El término síndrome de Peter Pan ha sido aceptado en la psicología popular
desde la publicación de un libro en 1983 titulado The Peter Pan Syndrome: Men
Who Have Never Grown Up («El síndrome de Peter Pan, la persona que nunca
crece»), escrito por el Dr. Dan Kiley. No existe evidencia que muestre que el
síndrome de Peter Pan sea una enfermedad psicológica existente y no se
encuentra listada en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos
mentales.
Algunos ven este síndrome como un problema muy extenso en la sociedad
moderna pos-industrial.
El síndrome de Peter Pan se caracteriza por la inmadurez en ciertos
aspectos psicológicos, sociales. La personalidad masculina (o femenina) en
cuestión es inmadura y narcisista. El sujeto crece, pero la representación
internalizada de su yo es el paradigma de su infancia que se mantiene a lo
largo del tiempo. De forma más abarcadora, según Kiley, las características de
un "Peter-Pan" incluyen algunos rasgos de irresponsabilidad,
rebeldía, cólera, narcisismo, arrogancia, dependencia, negación del envejecimiento,
manipulación, y la creencia de que está más allá de las leyes de la sociedad y
de las normas por ella establecidas. Todas esto sería una coraza defensiva para
protegerse de su inseguridad, miedo a no ser queridos y aceptados. En ocasiones
los que padecen este síndrome acaban siendo personajes solitarios. Con escasa
capacidad de empatía o de apertura al mundo de los "grandes", al no
abrirse sentimentalmente, son vividos como individuos fríos o no predispuestos
a darse, lo que vuelve como un "boomerang" a través de la no
recepción de entregas o muestras ajenas de cariño.
También se dice que este padecimiento se da por no haber vivido una
infancia normal, por haber trabajado desde edades demasiado tempranas o por
otros motivos.
Según el psicólogo clínico Antonio Bolinches estos sujetos tienden a:
- idealizar la juventud, para negar la madurez.
- tienen un marcado miedo a la soledad.
- se muestran inseguros y con baja autoestima
- su egocentrismo les hace creer merecedores de
recibir y pedir de los demás, sin preocuparse de los problemas de los demás.
- son irresponsables.
- tienen miedo al compromiso, como coartador de su
libertad.
- tienen baja tolerancia a la frustración por lo
que se sienten permanentemente insatisfechos, no enfrentan sus problemas ni
toman la iniciativa, ni se esfuerzan en ello.
El síndrome y su repercusión
Este síndrome es un hecho manifiesto. El libro de Kiley enfatiza sobre él,
pero no hace más que dar un nombre ya casi literario a un elemento que ha
estado presente, desde siempre, en toda caracterización neurótica, desde los
comienzos de los enfoques de la terapia psicoanalítica. Cuando Freud ha hablado
de la fijación, se ha referido, de alguna manera al estancamiento de la
evolución de la personalidad que se verifica en los sujetos que padecen estos
tipos de sintomatología. Tal vez, lo que sobreviene es que este conjunto de
síntomas que singularmente nos ocupa, no ha tenido una categorización en la
bibliografía psiquiátrica, en general, lo cual es asombroso. De hecho, “el
síndrome de Peter Pan” no constituye una psicosis. Es un trastorno neurótico, o
acaso definidamente caracterológico. Kiley mismo insiste en su obra sobre la
dificultad en la modificación de la anomalía de estas conductas, pero sin hacer
referencia a las mismas o parejas dificultades que se presentan, en toda
terapia, para la reacomodación de los cuadros negativos que entorpecen la
evolución del sujeto.
Un ejemplo de este "Trastorno Psicológico" podría ser, según
algunos, el cantante Michael Jackson que empezó a trabajar a los cinco años en
el ámbito de la música debido a la explotación de su padre Joseph Jackson. A
los diecinueve años serían ya llamativos sus rasgos de inmadurez, narcisismo y
dependencia, con una afición "desmedida" a las películas de Disney.
También se identificó con el personaje que más lo describía, Peter Pan. A
Michael le fue diagnosticado este síndrome; muchas personas, al describirlo,
daban en decir que "Era un niño en el cuerpo de un hombre grande".
Sin embargo, en casos como éste, fuera del mundo académico hay quien se atreve
a decir que sería incorrecto tachar de "enferma" a una persona que se
identifica tanto con la parte supuestamente más "pura" de su
personalidad. Si bien podemos entender que para algunas culturas el mantener la
ignorancia de la niñez, la inocencia, la percepción de la realidad que nos
rodea con los ojos de un niño es fundamental para alcanzar la realización
personal. El pensador esotérico Osho, entre otros orientalistas, sostuvo esta
misma postura. Desde este punto de vista sería erróneo identificar tal
"pureza" con una enfermedad psicológica. A finales de los años
ochenta, Michael Jackson adquirió un rancho que bautizó como "Neverland
Valley Ranch", en alusió a Neverland, la tierra de Nunca Jamás; dicho
rancho cuenta con un parque de diversiones inspirado en Disneylandia.
Tratamiento
El tratamiento debe ser el que corresponde a toda neurosis estructurada.
Las dificultades para llevarlo a cabo suelen ser marcadas, y como señala Kiley,
con frecuencia, los padres cuyos hijos manifiestan este tipo de inmadurez,
deben “actuar”, antes que insistir con pertinacia en la persuasión “coloquial”.
Adolescente, joven, o ya entrando en la madurez, el sujeto paciente de este
tipo de trastorno, es renuente a toda modificación o a la mera comprensión de
su infantilismo. El irresponsable mundo de la niñez, no quiere ser abandonado,
y la conciencia del fracaso reiterado ante la adaptación de los comportamientos
que acercan a la adultez equilibrada, casi no se verifica; lo que por momentos
hace pensar en términos de una verdadera psicopatía. Una hipótesis verosímil,
ante estos pacientes, nos conduce a imaginar una infancia muy feliz, en la que
se quiere permanecer para no enfrentar la incómoda aceptación de límites que el
ingreso a la vida social adulta comporta de modo insalvable. Sea en la
aceptación de normas, en la necesidad de trabajar sólidamente en un empleo, de
esforzarse en estudiar para concluir una carrera, de forjar vínculos maduros en
relación con los otros, en el orden de la amistad o del amor.
Síntomas
Es frecuente que haya crisis de ansiedad, de angustia
y de depresión. Los años van pasando, y aún cuando el sujeto está como
protegido con una suerte de coraza psicológica para no advertir el paso del
tiempo, esporádicamente ésta desaparece por circunstancias imprevisibles. Es
entonces cuando el paciente se encuentra con las manos vacías y con una vida
dolorosamente irrealizada. Con parejas inadecuadas, o de modo extremo -lo que
también suele pasar-, sin pareja alguna. El nido infantil es una inconsciente
referencia a la que siempre apunta. Allí, no había problemas, y la nostalgia
por el mismo es persistente, aunque no se lo declare. Afecta notoriamente a la
auto-estima y el auto-concepto, viéndose muy afectado. Cabe destacar que como
deformación de la personalidad puede cabalgar sobre patologías psiquiátricas
clásicas y específicas. De esta manera puede darse vinculada a enfoques
ligeramente delirantes de tipo paranoide o a neurosis declaradamente histéricas
u obsesivas. El tratamiento, en casos como éstos, debe ser doble. El trastorno
psicopatológico de base, sumado al del carácter.
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