No se llega a serlo; se es de nacimiento, por naturaleza.
Igual que se nace rubio o con la nariz recta. No es ni mejor ni peor; es,
simplemente, una característica más.
El responsable de que esto ocurra es nuestro cerebro; en él
existen dos hemisferios: el derecho, que dirige los movimientos del lado
izquierdo de nuestro cuerpo, y el hemisferio izquierdo, que rige los
movimientos del lado derecho. La parte izquierda de nuestro cerebro suele ser
la dominante, es el caso de las personas que utilizan la derecha. Los zurdos
son la excepción de la regla, pues aquí la situación es la contraria: domina el
hemisferio derecho y, en consecuencia, el lado izquierdo y la mano izquierda.
Hace unas décadas se tomaban medidas drásticas, como atar la
mano izquierda a la espalda, para que escribiera con la derecha, y a pesar de
ello sí bien escribían con la derecha las demás actividades continuaban
haciéndolas con la izquierda.
La reeducación obliga a que las funciones de ambos
hemisferios se inviertan. Como consecuencia se producen una serie de
inconvenientes como falta de concentración, trastornos en el habla, tartamudez
y dificultades espaciales.
Muchos se preguntan sí: ¿Son torpes? NO. Sin embargo, si se
los obliga a cambiar a la mano derecha, perderán su habilidad. Antes de forzar
a un zurdo a que haga las cosas con la otra mano, los diestros deberían
intentar comprenderlos tratando de escribir un par de hojas con su mano
izquierda. Comprobarían que es un martirio.
Si alguna vez un zurdo- de los que tienen la suerte de
seguir siéndolo- nos llama la atención por su torpeza se debe, sin duda, a que
los elementos están contra ellos: los abrelatas, los pelapapas, las máquinas de
coser, las herramientas, los cuchillos...
“Todos los prejuicios contra los zurdos carecen de
fundamento”, dice el profesor Ernest L. Schäfer en su obra “El libro de las
manos”, un estudio sobre nuestros lados, su historia y sus funciones. “Se ha
llegado a decir que los zurdos enferman más fácilmente, que viven menos e,
incluso, que tienen mayor tendencia al suicidio –afirma- pero no existe ni el
más mínimo indicio de que esto sea cierto”.
¿Cómo los reconocemos? Al nacer, la mayoría de los bebes son
ambidiestros, aunque la tendencia hacia la derecha se suele manifestar en un
período corto. Hacia los dos meses se empieza a producir un reparto de
responsabilidades entre la “mano de trabajo” y la “mano creativa’, pero
solamente a partir de los tres años se puede afirmar con cierta seguridad que
un niño es zurdo.
Para saber cuanto antes qué mano domina hay que observar con
detenimiento a los pequeños cuando pintan, cuando se lavan los dientes, cuando
quitan el tapón del lavabo o algún otro movimiento que requiera fuerza. En la
mayoría de los casos ser zurdo no se refiere solamente a la mano, sino que a
menudo abarca también la pierna izquierda, el ojo izquierdo, el oído
izquierdo...
Los niños zurdos necesitan dos cosas: tolerancia y paciencia
por parte de sus padres y maestros. No basta con dejarlos que se manejen con la
izquierda. Hay que acostumbrarlos, poco a poco, a enfrentarse con los
quehaceres diarios siempre pensados para gente diestra.
Los obstáculos no tardan en aparecer. Las tijeras de puntas
redondeadas, el primer fracaso. Utilizar con la izquierda una herramienta
diseñada para ser manejada con la derecha no es fácil. Por eso los padres deben
estar atentos; con unas tijeras para zurdos el niño recuperará la confianza en
sí mismo. Otro problema: atarse los cordones de los zapatos. Hacer un moño por
primera vez no es sencillo para un niño; si además se lo explican al revés,
será prácticamente imposible.
Por eso cuando se realizan las primeras reuniones de padres,
sería importante que las docentes tuvieran presente este punto, y preguntaran
si hay zurdos en su grupo, para ayudarlos en los problemas más sencillos, como
para ubicarlos correctamente en los bancos para que no se choque con su
compañero al escribir, por eso deben estar ubicados a la izquierda, de manera
que su mano tenga libertad de movimientos. Hay que procurar que la luz venga
siempre de la derecha para evitar la sombra del brazo izquierdo. Al tener
conocimiento del mismo el docente podrá darle facilidades y paciencia como si
fuera diestro.
Para un niño zurdo es importante saber que eso no es ninguna
enfermedad, ni tampoco un impedimento. No hay que avergonzarse por ello y no
tiene que soportar las bromas de sus compañeros. Una vez que hayan superado las
primeras dificultades, con el apoyo de su maestro, el niño lo hará todo bien, y
por sobre todo con su mano izquierda.
Más info: https://www.facebook.com/groups/zurdar31/
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